martes, 5 de diciembre de 2017

TODXS TENEMOS UN CINEMA PARADISO


Mi hija expone mañana en clase la película "Cinema Paradiso", así que para que prepare la parte de la clase que tiene que dar he vuelto a verla con ella.
Todxs tenemos una caja de besos rotos, un pasado al que no queremos o no podemos volver, un momento en la vida en el que como una puñalada nos ha atravesado la consciencia de que arrastraremos ausencias terriblemente dolorosas hasta nuestro último suspiro.
Todxs tenemos un Cinema Paradiso. En mi caso eran varios pero si puedo elegir uno diría el Cine Falla, a unos pocos metros de la Plaza de Tirso de Molina de Madrid. Tenía sesiones dobles y matinales. Dos películas de lunes a jueves y dos distintas de jueves a domingo. Los miércoles y los viernes era día del espectador y por 150 pesetas (90 céntimos de euro) veías dos películas. Allí pasé decenas de mañanas, evadido de mis deberes académicos, buscando un conocimiento que no encontraba, salvo honrosas e inolvidables excepciones, entre las cuatro paredes del aula.

Veo Cinema Paradiso y me parece sorprendente cómo se relatan minuciosamente los cambios sociales y económicos de una sociedad europea sin salir de un cine. Sociología pura.
Es una película hermosa y emocionante, porque toda ella es un funeral. Un funeral a todo lo que se pierde con el paso del tiempo pero sobre todo es el funeral de un elemento que revolucionó sentimentalmente las vidas de millones de personas y que quienes no pertenecemos a ese tiempo en que podías pasar toda tu vida sin alejarte más de 50 kilómetros del lugar en el que habías nacido nos cuesta comprender.
Después de verla uno piensa en lo mal que enterramos las cosas en España. Han muerto los Cinemas Paradisos sin apenas nostalgia, sin el relato de lo que fueron y de lo que significaron. La antropóloga británica afincada en Nueva York, Jo Labanyi dirigió un proyecto de entrevistas en el levante español para recoger el relato de lo que significaban los cines en el mundo rural de la postguerra. Todo lo que le he escuchado hablar de ese proyecto es tremendamente hermoso y aleccionador.
En nuestro país han muerto esos cines como una necesidad, como una conquista de lo modernos que nos hemos vuelto en unos pocos años. Qué fácil es cambiar la superficialidad de una sociedad y qué difícil es cambiar su mentalidad.Enterramos mal las cosas importantes, quizá porque hemos estado siglos enterrando con honores a quienes no los merecían.
Por alguna razón en Italia entierran mejor lo importante en los funerales que hace el cine. Cinema Paradiso es un ejemplo, la falta de un Novecento español que relate las enormes luchas y los grandes cambios sociales que supuso la Segunda República es otro.
Al final, nuestra historia está llena de besos sociales y políticos que nos robaron, que nos arrebataron, de conquistas nunca contadas que sin un relato que certifique su existencia parecen apenas sueños. Los hombres y mujeres que besaron nuestra historia luchando contra el fascismo esperan todavía alguien que pegue y proyecte todos los negativos recortados de su enorme esfuerzo por defenderse y defendernos del fascismo. Como dice Alfredo, cuando ha quedado ciego y se inventa la película ignífuga: "El progreso siempre llega tarde". El nuestro parece que sí.

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