domingo, 17 de noviembre de 2024

POBREZA CENSURADA: FRANCO ESCONDÍA LA MISERIA PARA MAQUILLAR SU VICTORIA

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El franquismo censuró esta fotografía de Hermes Pato de 1940. El triunfo del dictador no podía verse enturbiado por la mirada de ese padre, sus dos hijos y su hija escondida bajo la manta por ese retrato de la pobreza que explicaba lo poco que había tenido de glorioso el alzamiento nacional.

Cuando hoy algún periódico extranjero como The New York Times retrata en sus páginas la dureza de la crisis, el Gobierno de España protestaba afirmando que era una exageración. El Partido Popular piensa que aunque haya generado millones de pobres tenemos que comportarnos como si todavía fuéramos el milagro económico español.

La vergüenza de los pobres es la desvergüenza de los ricos. Mientras decenas de miles de familias apagan el termostato de la calefacción por no poder pagar suministros energéticos, el número de ricos en nuestro país aumenta un 40% en los últimos cinco años.

Padres que recogen comida en los colegios de sus hijos cuando no los ven otros padres, personas que pasan hambre por no ir a un banco de alimentos, hombres y mujeres que callan su pobreza. El silencio de la gente corriente siempre protege a los verdugos y a los reyes de la avaricia. ¿Cómo seria la política en nuestro país si la pobreza hablara?

 




domingo, 12 de mayo de 2024

COMO SI FUERA UNA CLASE

 

A primera vista te digo que podría ser la clase; eso, una clase de un colegio en la que quizá aprendieron a leer, a multiplicar o decir esternocleidomastoideo sin que les tropiece la lengua. Allí los llevaban desde casa. Iban bien cogidos de la mano de papá o mamá cuando eran pequeños y necesitaban todo su cariño y protección. Si fuera así, allí llegarían con el estuche, algún libro, con el cuaderno de los deberes y con un balón de fútbol o baloncesto, para jugar luego en el patio con los amigos. 

 

Pero si me fijo te diría que más bien parece una habitación algo extraña, por no decir desolada. Me llama especialmente la atención lo despejadas que tiene las paredes; no hay ni un reloj, ni un póster de un paisaje en el que se pueda ver una playa junto al mar,  un esquimal saliendo de un iglú o la típica fotografía de la naturaleza en la que un hámster le quita la cáscara a una pipa y sobre él revolotea una traviesa mariposa a punto de posarse en una diminuta flor. Tampoco hay muebles, ni sillas, ni mesas, ni una estantería en la que colocar alguna cosa.


Fotografía: Clemente Bernad

(Fotografía: Clemente Bernad).

 

Si me fijo aún con más detalle veo que encima de uno de los zócalos hay dos enchufes, junto a un cable que sale de la pared, con el que algún día conectaron una televisión o un ordenador. Eso sí, todo lo imagino en silencio, sin una música de fondo, sin el sonido de un coche que acelera cerca, de alguien que empieza a cantar al pasar por la acera o el ladrido de un perro que trata de soltarse de la correa con la que quieren que no escape.

 

Detengo mi mirada en la parte derecha y observo con detalle la esquina del marco de una ventana tras la que me imagino un jardín con algunas flores, una piscina llena de agua fresca donde los niños y las niñas se bañan durante las vacaciones, se ponen a bailar antes de saltar al agua o señalan un cielo intensamente azul en el que algún día de calurosa lluvia observaron un arcoíris que parecía el borde de media pizza hecha con regalices de colores.

 

Entre las cuatro paredes hay dieciocho niños de distintas edades. Algunos son de primaria y otros de bachillerato. No parece que estén así reunidos por amistad o porque vayan a compartir algún tipo de diversión. Si repaso sus rostros uno a uno observo que ninguno de ellos tiene gafas; será por falta de dinero para comprarlas, porque alguien ha decidido retirárselas de la cara  o porque ya no las necesitan para leer.

 

Todos están tumbados en el suelo, como si fueran a dormir. Pero no es un juego; alguien los ha colocado allí con amor y ha cerrado sus párpados con cariño. Si mi oído pudiera sobrevolar sus cuerpos no escucharía el latido de ningún corazón, aunque pusiera mi cabeza sobre unos de sus pulmones. El silencio que imagino en aquel lugar es denso,  penetrante y angustioso, capaz de congelar cualquier felicidad.

 

Podría pensar que juegan a hacer que están dormidos hasta que leo los dos renglones que hay escritos bajo la fotografía que llevo mirando todo este tiempo. "Cientos de niños y otros civiles muertos tras un ataque químico del ejército sirio, según la oposición". Eso quiere decir que han respirado un gas que asfixia la paz; ahora lo entiendo todo.


Emilio Silva Barrera


Del libro Imagina cuántas palabras https://alkibla.net/imagina-cuantas-palabras/

sábado, 30 de marzo de 2024

TRIBUNA:¿QUÉ HACER CON LA MEMORIA DEL FRANQUISMO? TRIBUNA i UN PASADO SUPERADO

 MANUEL ATENCIA ROBLEDO

El pasado 20 de noviembre se debatieron cinco iniciativas de distintos Grupos Parlamentarios en la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados que tenían en común el análisis de situaciones que tienen su origen en la guerra civil española y el régimen instaurado con posterioridad a aquélla. Quienes intervinimos en este debate, recordamos que la Constitución de 1978, próxima a cumplir 25 años de vigencia, y llamada por todos, con indudable acierto, como la Constitución de la Concordia, intentó poner punto final a un trágico pasado de enfrentamiento civil entre los españoles, y destacamos que, por fortuna, en 1978 una generación de españoles -a la que las generaciones posteriores debemos reiterar nuestro reconocimiento y agradecimiento- decidieron no volver a cometer los viejos errores, mirar hacia delante y apostar, con un generoso impulso de reconciliación, por un nuevo sistema democrático para que nunca más hubiera dos Españas irreductiblemente enfrentadas.

Tras el referido debate, se aprobó una resolución por unanimidad mediante la que el Congreso de los Diputados -al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de las primeras elecciones libres- ha reiterado que nadie puede sentirse legitimado para utilizar la violencia para imponer sus convicciones políticas y establecer regímenes totalitarios contrarios a la libertad y a la dignidad de todos, dejando de manifiesto además que es conveniente para nuestra convivencia democrática mantener el espíritu de concordia y reconciliación que presidió la elaboración de la Constitución y que facilitó el tránsito pacífico de la dictadura a la democracia. Asimismo, en la resolución aprobada en la referida sesión de la Comisión Constitucional, se reafirmó el reconocimiento moral de todas las víctimas de la guerra civil, así como de cuantos padecieron la represión del régimen franquista. Y por último, se instó al Gobierno al desarrollo de una política integral en relación con los exiliados de la guerra civil y con los llamados niños de la guerra, que incluya la recuperación, en su caso, de la nacionalidad española.

En términos formales, la resolución aprobada de forma unánime por el Congreso de los Diputados lo que hace es, recuperando el mismo espíritu que animó a nuestros constituyentes y que hizo posible pasar del régimen autoritario a otro de libertades con el consenso de las fuerzas políticas y del conjunto del pueblo español -y alcanzar el pacto constitucional como cimiento firme sobre los que se ha asentado nuestra hoy consolidada democracia española-, poner punto final a un rosario de iniciativas parlamentarias que sobre la guerra civil y sus consecuencias se han debatido, o estaban pendientes de debatir en nuestras cámaras legislativas. Pero, lo que me parece más relevantes es que, en términos políticos, como se destacó en el propio debate y era la voluntad del conjunto de los grupos del arco parlamentario español, la guerra civil y sus consecuencias ya no se podrá utilizar como arma política, ya no estará más ni en la estrategia política ni en la confrontación entre las distintas formaciones políticas. Si algo no había quedado suficientemente resuelto durante nuestra ejemplar transición política a la democracia, y los años posteriores, ahora se completaba con ocasión de cumplirse este aniversario de las primeras elecciones democráticas. Y todo ello se hace desde la integración, no desde la confrontación. Se hace desde el consenso, desde la integración y para la integración en nuestra democracia consolidada, en los 25 años de democracia y en nuestra Constitución de la Concordia.

Por ello, cuando se pregunta sobre qué hacer con la memoria del franquismo hay que decir, en primer lugar, que el deseo de los constituyentes se ha hecho realidad, que se ha superado la vieja dicotomía de las dos Españas, que reflejaba el lamento de Antonio Machado: "Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, / una de las dos Españas ha de helarte el corazón". Y, en segundo lugar, que la sociedad española del año 2002 tiene superada la terrible guerra civil del siglo pasado que dividió descarnadamente a los españoles -de la que ya han transcurrido más de 66 años-, así como las secuelas de la misma. Y la tiene superada porque el pasado reciente se ha construido entre todos, con espíritu de reconciliación y con voluntad de concordia, porque el futuro está en nuestras manos y porque, además, un número cada vez mayor de españoles sólo ha conocido la democracia. Cada cual tendrá el recuerdo que quiera, o pueda tener, pero lo más relevante es que tanto la guerra civil como el régimen autoritario del general Franco están en la historia para que puedan ser analizados, serenamente, por los historiadores. Y estos acontecimientos, junto con otras etapas aún cercanas, pero superadas, de nuestro caminar como pueblo, estén presentes para no volver a repetir viejos errores, pero que, con lo bueno y lo menos bueno de todos nuestros aconteceres históricos, tienen que ser asumidos por todos como parte de nuestra historia común. La sociedad española ve el régimen anterior como un régimen autoritario, no democrático, y como una página, también, pasada de nuestra historia. La sociedad española prefiere quedarse con el ejemplo que nos dieron los que estando dentro del régimen anterior apostaron por su evolución por la vía de la reforma, y los que desde fuera, desde la oposición democrática al franquismo, lucharon por la libertad y la democracia, y que, con el auspicio del rey Juan Carlos, encontraron un punto de encuentro que permitió una salida democrática, de reconciliación, de concordia y de paz que posibilitó las primeras elecciones libres de 1977, la Constitución y la mayor etapa de estabilidad democrática de nuestra historia.

Es tiempo ya de dejar de mirar atrás para dedicar toda nuestra atención y nuestros esfuerzos a los retos que tiene planteada España, y todo ello en beneficio de todos, en beneficio de las víctimas y en beneficio de las futuras generaciones. El pasado para los investigadores y los historiadores, como todos los sucesos del siglo XX: la Monarquía restablecida, la dictadura de Primo de Rivera, la II República..., con sus errores y sus aciertos. Y con éstos, también, desde hace 25 años, y ahora, la guerra civil y el régimen del general Franco.

El pasado 20 de noviembre se debatieron cinco iniciativas de distintos Grupos Parlamentarios en la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados que tenían en común el análisis de situaciones que tienen su origen en la guerra civil española y el régimen instaurado con posterioridad a aquélla. Quienes intervinimos en este debate, recordamos que la Constitución de 1978, próxima a cumplir 25 años de vigencia, y llamada por todos, con indudable acierto, como la Constitución de la Concordia, intentó poner punto final a un trágico pasado de enfrentamiento civil entre los españoles, y destacamos que, por fortuna, en 1978 una generación de españoles -a la que las generaciones posteriores debemos reiterar nuestro reconocimiento y agradecimiento- decidieron no volver a cometer los viejos errores, mirar hacia delante y apostar, con un generoso impulso de reconciliación, por un nuevo sistema democrático para que nunca más hubiera dos Españas irreductiblemente enfrentadas.

Tras el referido debate, se aprobó una resolución por unanimidad mediante la que el Congreso de los Diputados -al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de las primeras elecciones libres- ha reiterado que nadie puede sentirse legitimado para utilizar la violencia para imponer sus convicciones políticas y establecer regímenes totalitarios contrarios a la libertad y a la dignidad de todos, dejando de manifiesto además que es conveniente para nuestra convivencia democrática mantener el espíritu de concordia y reconciliación que presidió la elaboración de la Constitución y que facilitó el tránsito pacífico de la dictadura a la democracia. Asimismo, en la resolución aprobada en la referida sesión de la Comisión Constitucional, se reafirmó el reconocimiento moral de todas las víctimas de la guerra civil, así como de cuantos padecieron la represión del régimen franquista. Y por último, se instó al Gobierno al desarrollo de una política integral en relación con los exiliados de la guerra civil y con los llamados niños de la guerra, que incluya la recuperación, en su caso, de la nacionalidad española.

En términos formales, la resolución aprobada de forma unánime por el Congreso de los Diputados lo que hace es, recuperando el mismo espíritu que animó a nuestros constituyentes y que hizo posible pasar del régimen autoritario a otro de libertades con el consenso de las fuerzas políticas y del conjunto del pueblo español -y alcanzar el pacto constitucional como cimiento firme sobre los que se ha asentado nuestra hoy consolidada democracia española-, poner punto final a un rosario de iniciativas parlamentarias que sobre la guerra civil y sus consecuencias se han debatido, o estaban pendientes de debatir en nuestras cámaras legislativas. Pero, lo que me parece más relevantes es que, en términos políticos, como se destacó en el propio debate y era la voluntad del conjunto de los grupos del arco parlamentario español, la guerra civil y sus consecuencias ya no se podrá utilizar como arma política, ya no estará más ni en la estrategia política ni en la confrontación entre las distintas formaciones políticas. Si algo no había quedado suficientemente resuelto durante nuestra ejemplar transición política a la democracia, y los años posteriores, ahora se completaba con ocasión de cumplirse este aniversario de las primeras elecciones democráticas. Y todo ello se hace desde la integración, no desde la confrontación. Se hace desde el consenso, desde la integración y para la integración en nuestra democracia consolidada, en los 25 años de democracia y en nuestra Constitución de la Concordia.

Por ello, cuando se pregunta sobre qué hacer con la memoria del franquismo hay que decir, en primer lugar, que el deseo de los constituyentes se ha hecho realidad, que se ha superado la vieja dicotomía de las dos Españas, que reflejaba el lamento de Antonio Machado: "Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, / una de las dos Españas ha de helarte el corazón". Y, en segundo lugar, que la sociedad española del año 2002 tiene superada la terrible guerra civil del siglo pasado que dividió descarnadamente a los españoles -de la que ya han transcurrido más de 66 años-, así como las secuelas de la misma. Y la tiene superada porque el pasado reciente se ha construido entre todos, con espíritu de reconciliación y con voluntad de concordia, porque el futuro está en nuestras manos y porque, además, un número cada vez mayor de españoles sólo ha conocido la democracia. Cada cual tendrá el recuerdo que quiera, o pueda tener, pero lo más relevante es que tanto la guerra civil como el régimen autoritario del general Franco están en la historia para que puedan ser analizados, serenamente, por los historiadores. Y estos acontecimientos, junto con otras etapas aún cercanas, pero superadas, de nuestro caminar como pueblo, estén presentes para no volver a repetir viejos errores, pero que, con lo bueno y lo menos bueno de todos nuestros aconteceres históricos, tienen que ser asumidos por todos como parte de nuestra historia común. La sociedad española ve el régimen anterior como un régimen autoritario, no democrático, y como una página, también, pasada de nuestra historia. La sociedad española prefiere quedarse con el ejemplo que nos dieron los que estando dentro del régimen anterior apostaron por su evolución por la vía de la reforma, y los que desde fuera, desde la oposición democrática al franquismo, lucharon por la libertad y la democracia, y que, con el auspicio del rey Juan Carlos, encontraron un punto de encuentro que permitió una salida democrática, de reconciliación, de concordia y de paz que posibilitó las primeras elecciones libres de 1977, la Constitución y la mayor etapa de estabilidad democrática de nuestra historia.

Es tiempo ya de dejar de mirar atrás para dedicar toda nuestra atención y nuestros esfuerzos a los retos que tiene planteada España, y todo ello en beneficio de todos, en beneficio de las víctimas y en beneficio de las futuras generaciones. El pasado para los investigadores y los historiadores, como todos los sucesos del siglo XX: la Monarquía restablecida, la dictadura de Primo de Rivera, la II República..., con sus errores y sus aciertos. Y con éstos, también, desde hace 25 años, y ahora, la guerra civil y el régimen del general Franco.


TRIBUNA:¿QUÉ HACER CON LA MEMORIA DEL FRANQUISMO? TRIBUNA iLAS TAREAS PENDIENTES

 EMILIO SILVA


El proceso de recuperación de la memoria y del conocimiento de la dura realidad de la guerra civil y del franquismo evidencia la necesidad que tiene la sociedad española de conocer su historia reciente. El impacto causado por la exposición sobre el exilio, realizada recientemente en Madrid, la apertura de las fosas comunes o el documental sobre los niños secuestrados a las presas republicanas, es un reflejo del desconocimiento generalizado de esa parte de la historia. Amplios sectores sociales se encuentran sorprendidos por lo que están conociendo, y los que ya lo conocían y lo padecieron están necesitados de reconocimiento, de ver ese reflejo de sus vidas en espacios públicos. Si no seguimos el proceso de países como Alemania o Francia en la revisión del pasado relacionado con el fascismo, y no se habla y se cambia el significado de ese pasado y de nuestra relación con él, seguirán en nuestra identidad y habitando en nuestro inconsciente colectivo efectos que causó directamente la dictadura.

Durante la excavación de una fosa común llevada a cabo este verano en Cubillos del Sil (León), el hijo de uno de los hombres cuyos restos estaban siendo exhumados vivió especialmente asustado el inicio de los trabajos arqueológicos. Pensaba que en cualquier momento podían aparecer por allí de nuevo los falangistas que se llevaron a su padre y repetía una frase que tiene que ver con los sentimientos de muchas personas que no han tenido la oportunidad de alejarse del miedo: "Todo lo que brota, lo cortan". En estos 27 años de democracia hay miles de españoles que siguen teniendo miedo y eso es algo que no debería subsistir en un régimen basado en la libertad.

Los acuerdos tomados por las élites en los años posteriores a la muerte del dictador Francisco Franco garantizaron un proceso de estabilidad política, pero tuvieron graves consecuencias en las mismas familias que perdieron la guerra y padecieron la represión franquista. Pero cuando un individuo ha crecido, cuando una sociedad democrática es madura, tiene la obligación de asumir las consecuencias de sus actos. Y por eso es preciso que la sociedad española, alcanzado ya un amplio grado de solidez democrática, asuma las consecuencias de lo que hizo y recompense a esas miles de familias que fueron echadas al olvido. Las interpretaciones inmaculadas de la transición deben dar paso a visiones con matices, a un conocimiento más aproximado de los actores y del papel que desempeñaron que nos permita a las generaciones que no la hicimos valorar hasta qué punto fue necesaria la construcción de esta deuda histórica. Algunos de los partidos que firmaron la proposición sobre la condena del franquismo el pasado 20 de noviembre parecen haber acordado evitar el uso electoral de ese debate. Ésa es una opción que les compromete a ellos. Pero eso no debería convertir el proceso de recuperación de la memoria en un segundo acuerdo por el silencio. Se hace evidente que es primordial el compromiso de diferentes sectores sociales, desde el Gobierno a los medios de comunicación, para que se facilite ese debate, para que se escuchen las voces de las víctimas sin miedo a levantar la venda y ver lo que la herida esconde. Cuando comenzaron en El Bierzo las primeras exhumaciones de fosas comunes algunos columnistas conservadores anunciaron la llegada de la revancha. Existe un miedo en España a que este proceso vaya acompañado por nombres de los responsables de las violaciones masivas de derechos humanos que tuvieron lugar tras la guerra civil. Miles de españoles participaron en ellas, las apoyaron y las aplaudieron y con la llegada de la democracia la ley de amnistía permitió que no tuvieran por ello ninguna responsabilidad penal. El derecho a conocer todos los rincones de esta que es nuestra historia no prescribió con aquella decisión política. Si eso no fuera posible habría que plantearse qué democracia hemos construido que no soporta revisar las consecuencias del franquismo.

Pero ese conocimiento está sembrado de obstáculos. Existen todavía en España miles de documentos, en gran parte bajo jurisdicción militar, que no pueden ser investigados. Decenas de miles de jóvenes españoles no han estudiado en sus centros de enseñanza ni la Segunda República, ni la guerra civil, ni la dictadura franquista. Es posible que la causa sea lo extenso de los programas académicos pero, ¿qué jóvenes está educando nuestra sociedad para los que esa parte de la historia no es su historia? ¿Qué identidad están tejiendo ajenos a esos acontecimientos? La recuperación de la memoria debe servir para poner las cosas en su sitio, para acercarnos a la realidad, a toda la realidad, sin temer que nadie vaya a cortar lo que está brotando. Y para ello es necesario un debate sembrado de propuestas que llene de contenido la proposición de reconocimiento moral de las mujeres y los hombres que padecieron la represión franquista, recientemente aprobada por unanimidad de los grupos parlamentarios.

Habrá que ver si el Valle de los Caídos se queda como está o si en su nave central se instala una gran exposición permanente que explique cómo se hizo, quiénes lo hicieron y por qué fueron obligados a construirlo. Habrá que ver si los cuatro presidentes que han gobernado el país desde las elecciones de junio de 1977 realizan un acto simbólico de agradecimiento a estas familias o es suficiente con lo aprobado el pasado 20-N en la Comisión Constitucional. Habrá que ver si es necesaria la construcción de museos que recuerden aquellos acontecimientos o es suficiente con que formen parte de los libros. Habrá que ver si las empresas privadas que se enriquecieron con la mano de obra de los presos políticos tienen hoy alguna responsabilidad, ¿o ha pasado demasiado tiempo?

Se trata de llevar a cabo un debate que tras la muerte de Franco no se pudo hacer. Se trata de que la transición se convierta en lo que realmente se debió llamar y no se pudo pronunciar: una recuperación de la democracia que ya había llegado a España en noviembre de 1933, cuando votaron por primera vez las mujeres y los hombres con sufragio universal. También habrá que ver si ésa es una fecha que hay que celebrar, como lo hace cualquier democracia consolidada, o es mejor que siga habitando en la desmemoria colectiva. Con la restauración de la democracia tras la muerte de Franco miles de familias españolas renunciaron a sus derechos para permitir que el proceso político fuera estable. Esos hombres y mujeres, sus hijos y sus nietos viven todavía las terribles repercusiones emocionales de la dictadura. Ya es hora de que se les reconozca y se les agradezca todo lo que han sufrido por defender la democracia. Y que por fin, lo que desde ellos está brotando, nadie lo corte.


Emilio Silva es presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.


domingo, 21 de mayo de 2023

HOY HAY ELECCIONES EN GRECIA: HACE OCHO AÑOS LAS GANÓ ALEXIS TSIPRAS Y ASÍ FUE

 

Hace ocho años, el fotógrafo Clemente Bernad y un servidor anduvimos por Atenas en el cierre de su campaña electoral y en la celebración de las elecciones y esto aquí se cuenta...


Papandréu y Felipe González, Syriza y Podemos

Unas horas en Atenas bastan para percibir la importancia que tienen las elecciones generales del próximo domingo


La sombra renovada del fascismo ¿Se informa o no se informa?

Ningún periodista acudió el cierre de campaña de Amanecer Dorado, el partido neonazi que aspira a ser la tercera fuerza política en Grecia. "nos acusan de fascistas pero más fascistas son ellos que se niegan a contar lo que hacemos”, critica la formación.

El miedo, ese partido político invisible de la derecha griega

Es difícil entender por qué los votantes de Amanecer Dorado responsabilizan de las consecuencias del desastre financiero al eslabón más frágil y no a quienes desde los despachos han decidido que sus máximos beneficios pueden ser compatibles con el extremo empobrecimiento de millones de personas  


La izquierda espera la derrota de la troika también en España tras el giro en Grecia

Formaciones como Izquierda Unida, ICV o Podemos celebran la victoria de Tsipras, que consideran antesala del cambio político en España tras cuatro años de recortes del PP

viernes, 14 de abril de 2023

14 de abril: la Segunda República vista desde la lengua de una mariposa

Una vez recogidos los animales y cerrada la puerta de casa, el padre se sentaba a liarse un cigarrillo junto a la chimenea, la madre cosía con la tenue luz de las brasas dejándose la vista en no perder el hijo y el hijo pequeño sacaba de la cómoda el libro que les había correspondido, se sentaba junto al fuego y comenzaba a leerles una historia a sus padres. La imagen resulta inusual, pero fue muy real en miles de pueblos españoles en los que los cambios de la Segunda República, su esfuerzo en alfabetizar el país construyó ese momento histórico en el que los hijos de jornaleros analfabetos pudieron recibir instrucción pública y, una vez que sabían leer, acceder a alguno de los 600.000 libros que las misiones pedagógicas distribuyeron por más de 5.000 pueblos, donde apenas unos pocos señoritos eran propietarios de libros que no fueran la biblia.

La imagen de esos hijos contándoles cuentos a sus padres forma parte de la historia de uno de los proyectos pedagógicos más hermosos que se han desarrollado en la historia de la humanidad. Explica milimétricamente, además, lo que fueron los proyectos de transformación social de la Segunda República y todo el esfuerzo educativo que llevó a cabo para luego caer en ese agujero de la historia al que el fascismo arrastró a este país que estuvo durante casi veinte años de la dictadura sin construir un solo centro de enseñanza.

Cultura para escapar del hambre, para adquirir ciudadanía, para conocer los derechos, para igualarse con los que pontificaban desde los púlpitos y los cortijos de los latifundios. Había tardado en llegar el siglo de las luces, pero cuando el trabajo de la Institución Libre de Enseñanza se convirtió en guía de la política educativa, España inició un periodo de profunda transformación social, construida desde las urnas y el deseo de abandonar el atraso secular con el que los grandes estamentos españoles habían condenado a la ciudadanía.

De pronto el Estado, ese instrumento que regulaba de forma amañada los grandes intereses, extendió su radio de acción, se volvió inclusivo, señaló como ciudadanas a millones de personas que hasta entonces eran insignificantes para las autoridades.

La Segunda República nació de forma pacífica, desde las urnas, pasando por los ayuntamientos y por el convencimiento mayoritario de que la monarquía era el principal impedimento para modernizar la sociedad. Mujeres llamadas a votar, cientos de miles de personas analfabetas que dejaban de serlo, remodelación de un Estado que hasta entonces estaba al servicio de la iglesia católica y de los latifundistas; redacción de la primera Constitución en el mundo que admitió como propio el derecho humanitario elaborado por la sociedad internacional hasta la época.

Fue un momento hermoso sobre el que la dictadura echó toneladas y toneladas de difamaciones, de falsificaciones, de generalizaciones, repitiendo y repitiendo el relato de la violencia, los conflictos sociales, los brotes revolucionarios, para justificar la necesidad del fascismo, de filonazismo, de una mano dura que pusiera orden.

Escondieron y sepultaron a los hombres y mujeres que llegaban a los pueblos más recónditos con bibliotecas portátiles, con gramófonos, llevando la cultura a toda la ciudadanía como un derecho, sacando el poder de la enseñanza de las sacristías, de los casinos de los propietarios, de las instituciones constituidas por y para privilegiados.

Contaba un octogenario Agustín Aragón, en el año 2002, al pie de una fosa común en la localidad burgalesa de Caleruega que en los años de la república él era pastor y había sido alcalde de su pueblo, Espinosa de Cervera. Lo explicaba entre bocanada y bocanada del oxígeno de la bombona. “Eso fue la República, que un pastor como yo podía ser alcalde”.

Los años de la Segunda República concentraron el deseo de generaciones y generaciones de desposeídos, de iletrados, de descalzos, de olvidados, de personas cuya existencia estaba destinada a servir a señoritos, a trabajar para señoritos, a dejar su destino en manos de señoritos.

La metáfora más hermosa para explicar el significado de lo que fue la Segunda República está escondida en los pliegues de La lengua de las mariposas, la película de José Luis Cuerda basada en el relato del escritor gallego Manuel Rivas. En ella hay una escena en la que el maestro republicano, cumpliendo el rito de la Institución Libre de Enseñanza de mantener el contacto del alumnado con la naturaleza, sale a pasear con ellos a observar las plantas, las aves, los insectos.

Hay un momento en que una mariposa se posa sobre una flor y entonces uno de los alumnos pregunta cómo consigue mariposa introducir su lengua en la flor para libar el néctar. Y el maestro para que lo entiendan todos, les pone un ejemplo extraído de la propia vida de los niños. Le explica que cuando está en casa y quiere tomar azúcar a escondidas, una vez que se asegura de que no hay nadie en la cocina, acerca una silla a la pared de la estantería se sube a ella en busca del bote del azúcar, lo coge, le quita la tapa y cuando ya lo tiene al alcance de la mano se chupa la punta de un dedo y pone el dedo sobre el azúcar. En ese momento, le explica el maestro, cuando el dedo está en contacto con el azúcar el niño ya está sintiendo el dulzor que tardará unos segundos en estallarle en la boca.  La Segunda República fue para millones de personas, después de decenas y decenas de generaciones, su primera oportunidad para poner un dedo sobre el azúcar de la historia.

Los miles de libros que las personas que formaban parte de las Misiones Pedagógicas repartieron a lo largo y ancho del país, eran el manual de instrucciones de una sociedad que llevaba siglos siendo esperada. El valor ético de los hombres y mujeres que llevaron a cabo ese esfuerzo es un patrimonio sin el que será posible reconstruir el civismo ético y el compromiso necesario para volver a poner el bote de azúcar de la historia al alcance de las manos de quienes necesitan de la decencia democrática para dejar de sufrir. 

 

 

martes, 20 de septiembre de 2022

UNA ESPAÑA VACÍA QUE ¿DULCIFICA EL FRANQUISMO?

En La España vacía leo a Sergio del Molino afirmar que "en el franquismo se podía hablar de pobreza. Se podía lamentar y denunciar la situación de los pobres". Y parece una frase del guión de la historia de la dictadura franquista contada por Walt Disney. 

Lo leo y me acuerdo de está fotografía que prohibió la dictadura y pienso: "España vacía pero ¿de qué? ¿de memoria?".


El franquismo censuró esta fotografía de Hermes Pato de 1940. El triunfo del dictador no podía verse enturbiado por la mirada de ese padre, sus dos hijos y su hija escondida bajo la manta por ese retrato de la pobreza que explicaba lo poco que había tenido de glorioso el alzamiento nacional.
Cuando hoy algún periódico extranjero como The New York Times retrata en sus páginas la dureza de la crisis, el Gobierno de España protestaba afirmando que era una exageración. El Partido Popular piensa que aunque haya generado millones de pobres tenemos que comportarnos como si todavía fuéramos el milagro económico español.
La vergüenza de los pobres es la desvergüenza de los ricos. Mientras decenas de miles de familias apagan el termostato de la calefacción por no poder pagar suministros energéticos, el número de ricos en nuestro país aumenta un 40% en los últimos cinco años.
Padres que recogen comida en los colegios de sus hijos cuando no los ven otros padres, personas que pasan hambre por no ir a un banco de alimentos, hombres y mujeres que callan su pobreza. El silencio de la gente corriente siempre protege a los verdugos y a los reyes de la avaricia. ¿Cómo seria la política en nuestro país si la pobreza hablara?

Cuando un relato se hace hegemónico en España hay que sospechar convenientemente de él. De lo que estuvo vacía España durante la dictadura fue de democracia y durante los años posteriores a la dictadura estuvo vacía de justicia para las víctimas del franquimo. Y de lo que está llena es de relatos negacionistas y complacientes.