lunes, 27 de marzo de 2017

EL RÉGIMEN DEL 78 DEL PSOE TAMBIÉN PELEA POR SU RELATO O DE CÓMO SE PRETENDE LA RESTAURACIÓN DE LA OLIGOCRACIA

El acto de presentación de su candidatura a la secretaría general del PSOE, de Susana Díaz, tiene muchas lecturas y una de esas es dar continuidad a un relato dentro del partido que continúe idealizando la transición y sus resultados y no lleve a cabo ninguna autocrítica profunda de los gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. 

El discurso vacío de ideología de la presidenta andaluza fue aderezado con los logros de los gobierno del PSOE; las pensiones, la posibilidad de que los hijos de los obreros vayan a la universidad, el matrimonio gay o la ley de dependencia. Algo que fue muy agradecido públicamente por José Luis Rodríguez Zapatero que recientemente criticó a Pedro Sánchez porque no valoraba suficientemente la herencia de gobiernos como el suyo. En la entrevista con Carlos Alsina ,del pasado 20 de marzo, dijo admirar a Susana Díaz entre otras cosas por cómo defiende el legado y la tradición del PSOE.

Realmente no se puede excluir lo que está ocurriendo en el PSOE de un contexto en el que asistimos a un progresivo derrumbe de la visión hegemónica del mundo edificado por Felipe González y las élites de una transición que nos llevaron hasta la explosión de la burbuja que tuvimos que afrontar con una democracia cualitativamente raquítica y pervertida por la influencia política de las grandes corporaciones españolas que mediante el fichaje de ex miembros de gobiernos había modelado el Boletín Oficial del Estado a su imagen y semejanza.

Desde ese punto de vista , Susana Díaz representa la restauración de un modelo de oligocracia, donde las relaciones del poder político con el económico regresen y permanezcan en los términos que durante casi cuatro décadas han dado tantos beneficios a las grandes compañías y han proporcionado tantos contratos buen remunerados a tanto ex ministro. 

Estaría bien  saber por cuál de sus puertas giratorias salió de casa ayer Felipe González para asistir a la proclamación de Susana Díaz como candidata a la secretaría general del PSOE.

jueves, 23 de marzo de 2017

LOS NOMBRES PARA QUIEN LOS TRABAJA O DE CÓMO FELIPE DE BORBÓN SE ATRINCHERA EN UN PARQUE

Hace unas semanas, la Junta Municipal de Hortaleza del ayuntamiento de Madrid abrió una consulta popular para que la vecindad tuviera la oportunidad de decidir si el Parque de Valdebebas, que todo el mundo conoce y llama con ese nombre, recuperaba ese nombre o mantenía el que cortesanamente le otorgó Ana Botella denominándolo Felipe VI.

De los 3.731 votos que emitieron los vecinos y vecinas del distrito el 67% portaba la voluntad de que el Parque recuperase su nombre popular y no el impuesto artificialmente por el PP. En ese momento algunos medios de comunicación cogieron la calculadora y empezaron a hacer porcentajes. El ABC  dijo que sólo la participación del 2% de los vecinos de Hortaleza iban a decidir el nombre de un parque tan importante. El País dobló la apuesta y dijo que la decisión había sido tomada por 0'1% de la población con derecho a voto de toda la capital del reino. La Razón titulo: "Lo que en realidad piden los vecinos de Valdebebas", que era de todo menos el cambio de nombre. Los intentos por ridiculizar la decisión popular no se detuvieron, aunque se calmaron.
Pero la monarquía española pasa por horas muy bajas y no está dispuesta a perder una plaza tan importante, a ver si se va a crear el precedente y van a descolgarse de calles, plazas, hospitales y recintos feriales los nombres de quienes no sudaron una sola gota para edificarlos y no pagan impuestos para construirlos.

La monarquía es imposición, es su fundamento, mantener una posición de fuerza ganada hace siglos mediante la guerra y la violencia, estirar durante siglos antiguas victorias. Por eso opera en los pasillos, sobre las moquetas, con llamadas, reuniones y gestiones a espaldas de la ciudadanía.
Había pasado un mes desde aquel sano ejercicio de ciudadanía que quiere dejar de ser súbdita y parecía que las aguas de las consultas populares seguían su cauce. Pero hace dos días la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, afirmó públicamente que no tenía la intención de cambiar el nombre del Parque, saltándose de un plumazo buena parte de su programa electoral en el que se prometía mayor toma de decisiones por parte de la ciudadanía. "Carmena no quiere quitar el nombre de Felipe VI del parque de Valdebebas", titulaba El País. La Junta Municipal de Hortaleza había decidido con los votos de Ahora Madrid y del PSOE elevar la decsión de la ciudadanía el Pleno de la ciudad para oficializar el cambio de nombre. Pocas horas después el PSOE se reúne y respalda lo hecho. Pero unas cuantas horas después el concejal socialista del distrito, Ramón Silva, declara que la consulta en verdad no era vinculante y propone que el parque se llame Felipe VI y Valdebas a la vez. Entonces llegó un concejal del PP, Fernando Martínez y lanzó una soflama diciendo que cuando su partido vuelva a tener las riendas de la ciudad la primera medida que tome será rendir la plaza y darle el nombre de Felipe VI; acabó gritando un ¡Viva el Rey! que parecía sacado de un sainete.
El Centro de Investigaciones Sociológicas dejó de preguntar
por la monarquía en octubre de 2011.
No sabemos lo que ha ocurrido en la trastienda de esa pequeña decisión, si la Casa Real ha movido algún hilo, ha dejado caer un comentario, ha llamado a un interpuesto o ha puesto mala cara. Lo que no es creíble es que Carmena "autorizase" sin discusión esa consulta y un mes después se oponga de esa manera a su resultado.
En ese parque diminuto para el destino de la humanidad, en esa aldea gala de una decisión soberana y cívica, se juegan muchas cosas. Los monarcas conocen el significado de ceder o perder un plaza, especialmente cuando la conquistaron hace siglos y han logrado sobrevivir al advenimiento de la democracia. Saben que si renuncian sin luchar a esa "marca" (de las de los marquesados) el pueblo se les puede envalentonar, se puede dar cuenta de que su poder no es real, porque es un invento actualmente simbólico. Y la monarquía española tiene memoria, recuerda que dejó de existir unos años a partir de abril de 1931 como consecuencia del resultado de unas elecciones municipales.
Veremos en qué queda este pulso entre una jefatura del Estado hereditaria que es una zona de sombra de la democracia y el aumento de la participación ciudadana en todo tipo de decisiones, que significa profundizar y fortalecer la rex pública.

domingo, 12 de marzo de 2017

NO ERA UNA TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN: ERA UN NEGOCIO QUE ADEMÁS LE LAVABA LA CARA A JOSÉ MARÍA AZNAR Y SUS MUCHACHOS

Llevamos una semana de debate acerca del periodismo, de la Asociación de la Prensa de Madrid, de la relación entre la política y los medios de comunicación y llega el 11M. El aniversario del atentado es lo que tiene que ser, memoria, dolor, recuerdos, afirmación de la paz y rechazo de la violencia.

Pero en torno a ese atentado pasaron cosas muy graves que demuestran la putrefacción de ciertos ámbitos de nuestra democracia y de cómo la impunidad que se fabricó en la transición para disfrute de las élites franquistas corrompe las bases de la decencia democrática.

En enero de 2008 los periodistas María Jesús Güemes y Pablo J. Iglesias presentaron el libro "Si yo fuera presidente: Mariano Rajoy. Una oposición a La Moncloa". En él hay una referencia a los atentados del 11M que refleja cuál fue la estrategia de José María Aznar y el, en esos días, candidato a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy. Durante la gestión del atentado, alguien en la sede del PP de la calle Génova dijo: "Los etarras se tienen que comer este marrón después de todo lo que han hecho. Vamos a conseguir un escaño por cada muerto" (191+).



El libro se presentó en el Hotel Palace y allí se encontraban: Mariano Rajoy, Pío García Escudero Soraya Sáez de Santamaría y otros insignes líderes populares. Entre otros contenidos del libro y requeridos a la salida por algunos periodistas, parecían respaldar esa afirmación.

Lo que hicieron los dirigentes del Partido Popular en esos días pensando que se garantizaban la mayoría absoluta, debería haberse resuelto ante un tribunal. Ahora vemos que no se trataba de conservar el poder por el poder; sus tramas corruptas estaban trabajando a pleno rendimiento, llenando cajas B y moviendo sobres a toda máquina.



Y entonces llegó el diario El Mundo; alguien debía lavar la cara de los Aznar y compañía y lo que empezó como la siembra de dudas se convirtió en un pingüe negocio editorial capitaneado por cuatro periodistas: Pedro J, Ramírez, Federico Jiménez Losantos, Casimiro García Badillo y Victoria Prego.



Durante años sembraron mentiras, trozos de verdades y enormes falsedades, e incluso llegaron a sacar en la portada de su periódico al hombre que vendió los explosivos de los atentado convertido en una víctima, fotografiado el día de su boda y retratado como un jovencito "adorable" dedicado a ayudar a cruzar semáforos con ancianas.

Por ejemplo esa portada sobre la tarjeta del grupo Mondragón, que luego era una cinta de la Orquesta Mondragón....


Pero en esta España impregnada de franquismo, los cuatro mencionados periodistas han continuado su carrera intachable, han estado en programa y tertulias pagados por la televisión pública con el dinero de todos, y no han sufrido ninguna actuación de la fiscalía pese a que podrían haber rozado el delito de encubrimiento. que según nuestro código penal es:

Artículo 451
Será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años el que, con conocimiento de la comisión de un delito y sin haber intervenido en el mismo como autor o cómplice, interviniere con posterioridad a su ejecución, de alguno de los modos siguientes:
1.º Auxiliando a los autores o cómplices para que se beneficien del provecho, producto o precio del delito, sin ánimo de lucro propio.
Pero en esta España de transición ejemplar la fiscalía no ve cosas como estas porque es mucho más útil y necesario encarcelar titiriteros o raperos. 

Ahora vemos a Victoria Prego como defensora del periodismo y si existieran mecanismos de control de la mala práxis ella y el resto de artífices de las mentiras del 11M hubieran tenido que dejar la profesión y habrían sido repudiados por el colectivo de periodistas. Pero, como dice un hispanista norteamericano: "el gran problema de España, es no saber no perdonar". Si ni perdonáramos ni olvidáramos viviríamos en un país mucho mejor, no hay duda. 


sábado, 4 de marzo de 2017

LA MEMORIA ES UNA ENREDADERA; LA REPRESIÓN, UN POZO DE MIEDO

La memoria es una enredadera. La historia del fotógrafo Álvaro de la Parra la destapó el periodista Carlos Fidalgo con su reportaje "La fotografía maldita" Una historia que representa la crueldad de los represores franquistas y el dolor de un fotógrafo que estaba retratando, fiel a su trabajo, los rostros de quienes luego serían buscados por los falangistas. Durante mucho tiempo estuve buscando a ese escritor de luz sin encontrar una sola pista. Guardo la fotografía que escondió mi abuela en una rendija de la casa. La hermosa imagen de la manifestación republicana sobre el puente.

En una cosa que estoy escribiendo "aparecieron" ellas. Mi padre recordaba cómo en Villafranca del Bierzo, donde se hizo la foto, sacaron a dos hermanas a la calle, arrastradas por falangistas, de cómo gritaban, de cómo se agarraban al marco de la puerta de su casa para que no se las llevaran.
"Paga el café y sin esperar al cambio se levanta, se acerca a la puerta del ayuntamiento y se coloca en el mismo lugar en el que su abuela se hizo consciente de lo ocurrido. Camina despacio hacia la que era entonces la casa familiar. Atraviesa la plaza mirando los balcones donde algunas mujeres están sentadas. Llega al parque de la herradura por la orilla izquierda. Imagina que a ella el mundo se le hace pequeño, galopando a lomos de una ansiedad infinita, seguida a lo lejos de sus tres hijos mayores que acaban de abandonar la infancia por la puerta trasera.
Un hombre mayor está sentado en una silla de tela, bajo el marco de la puerta de su casa leyendo el periódico. Quizá esos ojos estaban allí aquel día, hace más de sesenta años, contemplando la tragedia y se movían siguiendo aquella sombra con forma de mujer, que con las manos en la cabeza corría hacia su casa en busca de refugio. Se detiene un segundo porque sabe que si pregunta por el tema a bocajarro lo asustará.Tras un rápido cálculo mental se acerca al hombre, lo saluda y se sienta en un banco de piedra que recorre la pared. El hombre en vez de apartar el periódico gira la cabeza y le devuelve el saludo. Entonces la cuenta que hace mucho que no iba por allí, que su familia es de la zona y que está buscando alguien que conociera a su abuelo. El hombre deja el periódico sobre las piernas y le pregunta cómo se llamaba. En ese momento una sombra de desplaza tras el umbral de la puerta. Le ha parecido ver a una mujer que rápidamente evitaba la luz. A mi abuelo lo mataron en la guerra, dice y él hombre asiente. Tiempos duros aquellos, le dice.
La mujer ha vuelto a desplazarse buscando el lugar más cercano al paisano desde el que no pueda verla. El hombre habla de los duros que fueron aquellos años, de cómo a algunos no les temblaba el dedo del gatillo. En ese momento una mano sale de la sombra muy despacio, como si la lentitud pudiera evitar que fuera vista y estira la chaqueta del paisano para llamar su atención.
El hombre ha iniciado un relato inconexo de un día en que sacan a varias vecinas a desfilar a golpe de tambor. Los falangistas golpean con las culatas de las pistolas las puertas de las casas y gritan a la gente que salga y vaya a la plaza. Una vez allí comienzan a cortarles el pelo, a trompicones, cuanto peor mejor. Alguno de los falangistas le restriega en las lágrimas a una de las mujeres los cabellos recién troceados.
En ese momento la mano que sale de la oscuridad tira fuertemente de la chaqueta, tanto que la silla está a punto de tambalearse. Hasta entonces su interlocutor se había comportado como si esa mano no existiera, como si aquella extremidad que le reclama no estuviera allí. Pero el hombre en ese momento se siente molesto, por lo que estaba contando. Y hace un gesto de que se vaya a paseo y sigue su relato.
Una vez que las mujeres tienen el pelo rapado, su feminidad negada, les abren la boca y les obligan a beber aceite de ricino. De nuevo suena junto a ellas un tambor y…. En ese momento un sonido sale de la oscuridad de la puerta, un susurro violento, temeroso y amenazante. “Basta”. Es una voz femenina que provoca un giro en la cabeza del anciano que lee algún gesto de la persona que se encuentra dentro, quizá sus labios. Pero él tiene buen oído y escucha algo que le parece una advertencia: “Cállate que no sabes con quién estás hablando”. Y el paisano vuelve a mirarle en silencio, de arriba abajo, buscando una señal que al parecer no encuentra y se ajusta las gafas, coge lentamente el periódico, lo despliega y cuando el papel está a punto de ocultar su rostro dice a modo de despedida: “Y no me acuerdo de más”.