lunes, 15 de mayo de 2017

SE ACABÓ EL SHOW DE TRUMAN, SE ACABÓ LA TRANSICIÓN

por @Emilio_Silva_     (Interpretación de lo que significó el 15M hecha entonces)

La película El show de Truman narra la historia de un hombre joven, el primer bebé  adoptado por una corporación, cuya vida ha sido un programa de televisión, un reality. Truman (Jim Carrey) vive inmerso en una monótona armonía, sin salir de su entorno más cercano, rodeado sin saberlo de actores que encarnan a familiares, amigos o compañeros de trabajo. Su destino es dictado por el todopoderoso director del programa, Cristo (Ed Harris).



Un día Truman cree ver al actor que interpretó la vida de su padre, que murió ahogado en el programa. Así comienza a sospechar de algunas coincidencias, de que su vida no es normal. Después conoce a una mujer con la que tiene una breve relación extramatrimonial, en la que ambos sienten algo real, y cuando ella quiere esconderse de las cámaras para estar con él, van a detenerla. Mientras se la llevan, con la excusa de que padece una esquizofrenia, ella le dice que está viviendo dentro de un montaje y le pide que vaya a buscarla. Así alcanza él la consciencia de que su existencia no es “su vida”. Y comienza a generar desórdenes para poner a prueba su programado destino.

En una entrevista al director del programa, un periodista pregunta por qué Truman nunca se ha planteado la naturaleza del mundo en el que vive y Cristo responde: “Aceptamos la realidad tal como nos la presentan“. Tras las preguntas abren los teléfonos a la audiencia y la actriz que tuvo una breve aparición en el programa, la que desprogramó a Truman, entra en directo en la emisión. Tras ella puede verse un cartel con un eslogan que dice: “Free Truman”. Ella y el director mantienen una dura conversación  y él se defiende diciendo: “Le he dado a Truman una vida normal”.  Y añade dirigiéndose a la activista: “El mundo en el que tú vives sí está enfermo, él (Truman) vive en el mundo tal y como debería ser“.

Cuando sus sospechas crecen, la dirección del programa comienza a ponerse nerviosa y a maniobrar para reforzar sus límites. Los actores que envuelven la vida de Truman (los medios de comunicación que maneja la dirección del programa), justifican e intentan desmontar todas las anomalías que él señala. Pero su incertidumbre se acrecienta; hay algo que le parece demasiado artificial. Esa nueva conciencia le llevará finalmente a coger un velero e iniciar un viaje, su propia Odisea, para buscar los límites de un horizonte al que nunca se acercó. El director del programa se siente desconcertado, ha llegado a creerse el dueño de la vida de Truman y reacciona airadamente, al tiempo que los dueños de la cadena de televisión bajan al estudio de realización para exigirle una solución.

Para frenar su viaje hacia la realidad, Cristo provoca una potente tormenta artificial, que está a punto de terminar con la vida de Trumanutiliza el recurso del miedo para que regrese al orden. La película muestra entonces cómo los telespectadores del programa atienden conmovidos al viaje iniciado por el protagonista, cuya vida llevan años siguiendo y cuya muerte casi presencian en directo. Finalmente, la tormenta amaina y el velero de Truman se aproxima al borde del decorado, hasta que la proa rasga un horizonte de papel, donde los decoradores televisivos habían pintado un cielo azul con unas nubes blancas. 

Truman se acerca al fondo de papel y comienza a golpearlo, con toda la rabia que siente al descubrir que su vida ha sido un engaño. Palpando ese falso horizonte, que ha sido la intocable frontera de su geografía vital, termina por encontrar una escalera que se alza hasta una puerta, por la que se sale del mundo artificial al mundo real. Antes de cruzarla el director del programa trata de convencerlo de que no lo haga y utiliza el miedo como argumento. 

Esas escenas recuerdan al proceso que está viviendo nuestra sociedad en los últimos meses. La crisis ha arrastrado a la ciudadanía hacia su horizonte. Eso ha permitido que se haga patente que las élites de la transición escribieron el guión de nuestro pasado reciente y el de nuestro presente, programaron nuestra democracia a la medida de sus privilegios; una vieja historia de élites dominantes que quieren conservar su poder y cuya avaricia acaba provocando una tormenta que pone en peligro su dominación.

Nuestro barco acaba de chocar contra ese horizonte de papel, esa democracia estrecha y sobreactuada. Es hora de abrir la puerta y salir de la democracia guionizada por las élites para ver estrellas que no sean focos. Llevamos muchos años transitando hacia la democracia; es hora de llegar a ella, de ensancharla, de profundizarla y de escribir el final de este show de Truman.

miércoles, 10 de mayo de 2017

ERA EL 10 DE MAYO DE 1936 Y CON TOTAL NORMALIDAD SE ELIGIÓ AL PRESIDENTE DE LA SEGUNDA REPÚBLICA. FALTABAN DOS MESES PARA EL GOLPE DEL 18 DE JULIO.

por @Emilio_Silva_


Era el 10 de mayo de 1936. Faltaban dos meses para que un sector golpista del ejército, parte de la banca española y la jerarquía católica atentaran contra la democracia para destruirla y secuestrarla durante cuarenta años.


Era como decía el 10 de mayo de 1936 y en el Palacio de Cristal del Parque de Retiro 1000 personas iban a elegir al presidente del Gobierno de la república Española. Diputados y compromisarios elegidos por sufragio universal estaban allí para realizar un acto más de aquella vida democrática. 

En las calles de España no se produjeron disparos, ni tumultos, ni ardieron edificios religiosos, ni entraron pistoleros en el Parlamento. La vida transcurría con la normalidad de cualquier democracia europea de aquellos años. Pero el fascismo español ya estaba agazapado, esperando la señal, el grito del Caudillo, el momento pactado para destrozar aquella democracia que tanto había costado construir y que tanto estaba haciendo avanzar a los que nunca habían avanzado.

Era 10 de mayo de 1936 y el elegido como presidente, en ese acto democrático fue Manuel Azaña, con 754 votos a favor. Nadie denunció un pucherazo, nadie pidió que se repitiera la votación o reclamó más transparencia en el recuento. Se propuso, se aprobó y se le comunicó al electo presidente de la república que no estaba presente. Apenas se oyó a un diputado de la CEDA que ante la nueva victoria del Frente Popular gritó un lánguido ¡Viva España!


Era el 10 de mayo de 1936 y las hemerotecas están llenas de noticias de lo que ocurrió ese día, los archivos guardan fotografías, documentos, textos de periodistas que contaron lo ocurrido desde diferentes lineas editoriales. Mucha información que por alguna razón nunca llega a los libros de texto, ni a los telediarios. Normalidad democrática que reflejan muy bien las imágenes. Mucha información que nunca nos han contado, porque las élites que han diseñado nuestros programas de educación en la recuperada democracia han preferido machacarnos con la imagen de una iglesia ardiendo, la de un pistolero y algún acto violento. Buscaban construir la memoria colectiva de un tiempo convulso para que el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 pareciera justificado. 

Era el 10 de mayo de 1936 en una democracia no tan lejana aquel día de la del 10 de mayo de 2017.
Proclamación del nuevo presidente de la república, que se presenta públicamente ante la ciudadanía en lo que hoy conocemos como Palacio Real y entonces se llamaba Palacio Nacional. En las calles desfiles y ciudadanía asistiendo a los acontecimientos. Pero en los pliegues del país, en las grandes sacristías, en las cenas de banqueros, se estaba decidiendo la solución final española, la desaparición de miles de civiles progresistas y todas las violaciones de derechos humanos sobre las que la élite del fascismo nacional católico construyó una vida de privilegios que familiarmente han conservado hasta hoy.



martes, 9 de mayo de 2017

EL VALLE DE LOS CAÍDOS: UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE CADÁVERES

por @Emilio_Silva_

La Cadena Ser ha hecho públicas unas durísimas imágenes (seguramente filtradas por el PSOE) en las que pueden verse los restos de decenas de cuerpos de republicanos enterrados y penosamente conservados en el Valle de los Caídos. 
La gran cantidad de huesos recuerda a los memoriales de Camboya que recuerdan a las víctimas de los jemeres rojos. Camboya encabeza el triste ranking mundial en numero de fosas con desaparecidos y España ocupa el segundo puesto. 

El Valle de los Caídos es un campo de concentración de cadáveres. Algunas familias de los republicanos cuyos restos fueron trasladados allí, sin que los responsables de la dictadura lo comunicaran o solicitaran permiso, luchan sin descanso para dignificar ese lugar que todavía oculta las identidades de quienes fueron allí trasladados y ensalza la figura del responsable de la desaparición de 114.226 civiles, del exilio de 500.000 personas, de la deportación a los campos nazis de cerca de 10.000 republicanos, de la persecución y encarcelamiento de los homosexuales y de múltiples violaciones de derechos humanos. Cuarenta años de persecución por ideas. Cuarenta años de persecución por género. Cuarenta años con las urnas desaparecidas. Y cuando regresa la democracia, quienes pilotan el proceso deciden que los franquistas conserven todos sus privilegios y que las familias de los desaparecidos mantengan su dolor y su castigo. Y para ocultar esa enorme puerta giratoria por la que decenas de miles de fascistas ingresaron en la democracia, se bautiza al proceso como una transición ejemplar.

Los huesos del Valle de los Caídos, sus fracturas, sus orificios de bala causados por tiros de gracia, su fragilidad y su deterioro, son el triste y débil esqueleto de nuestra democracia. Todo ese abandono a quienes se enfrentaron al fascismo, a quienes protegían y se solidarizaban con las víctimas del terrorismo franquista, es un síntoma de nuestra precariedad democrática. La transición convirtió la dictadura en el crimen perfecto; escondió las pruebas de las violaciones de derechos humanos y siguió asustando a los testigos con el miedo y el abandono.

Así tenemos un Estado que opera todavía con las teorías de Vallejo Nágera, ese Menguele franquista que determinó que los españoles de izquierdas eran una raza inferior. Y tras cuarenta años de democracia ningún gobierno, ninguno, ha tratado a las víctimas con dignidad. Su dolor, su silencio, su falta de reconocimiento público, su abandono secular componen una deuda que mientras no se salde lastrará nuestra democracia.