por @Emilio_Silva_ (Interpretación de lo que significó el 15M hecha entonces)
La
película El show de Truman narra la historia de
un hombre joven, el primer bebé adoptado por una corporación, cuya vida
ha sido un programa de televisión, un reality. Truman (Jim Carrey) vive inmerso en una
monótona armonía, sin salir de su entorno más cercano, rodeado sin saberlo
de actores que encarnan a familiares, amigos o compañeros de trabajo. Su
destino es dictado por el todopoderoso director del programa, Cristo (Ed
Harris).
Un día Truman cree ver al actor que interpretó la
vida de su padre, que murió ahogado en el programa. Así comienza a sospechar de
algunas coincidencias, de que su vida no es normal. Después conoce a una mujer
con la que tiene una breve relación extramatrimonial, en la que ambos sienten
algo real, y cuando ella quiere esconderse de las cámaras para estar con él,
van a detenerla. Mientras se la llevan, con la excusa de que padece una
esquizofrenia, ella le dice que está viviendo dentro de un montaje y le pide
que vaya a buscarla. Así alcanza él la consciencia de que su existencia no es
“su vida”. Y comienza a generar desórdenes para poner a prueba su programado
destino.
En una entrevista al director del programa, un periodista
pregunta por qué Truman nunca se ha planteado la naturaleza
del mundo en el que vive y Cristo responde: “Aceptamos la realidad tal como
nos la presentan“. Tras las preguntas abren los teléfonos a la
audiencia y la actriz que tuvo una breve aparición en el programa, la que
desprogramó a Truman, entra en directo en la
emisión. Tras ella puede verse un cartel con un eslogan que dice: “Free Truman”. Ella y el director
mantienen una dura conversación y él se defiende diciendo: “Le he dado a Truman una vida normal”. Y añade
dirigiéndose a la activista: “El mundo en el que tú vives sí
está enfermo, él (Truman) vive en el mundo tal y como
debería ser“.
Cuando sus sospechas crecen, la dirección del programa comienza
a ponerse nerviosa y a maniobrar para reforzar sus límites. Los actores que
envuelven la vida de Truman (los medios de comunicación que maneja
la dirección del programa), justifican e intentan desmontar todas las anomalías
que él señala. Pero su incertidumbre se acrecienta; hay algo que le parece
demasiado artificial. Esa nueva conciencia le llevará finalmente a coger un
velero e iniciar un viaje, su propia Odisea, para buscar los límites de un
horizonte al que nunca se acercó. El director del programa se siente desconcertado, ha llegado a
creerse el dueño de la vida de Truman y reacciona airadamente, al tiempo que
los dueños de la cadena de televisión bajan al estudio de realización para
exigirle una solución.
Para frenar su viaje hacia la realidad, Cristo provoca una
potente tormenta artificial, que está a punto de terminar con la vida de Truman; utiliza el recurso del miedo para que regrese al orden.
La película muestra entonces cómo los telespectadores del programa atienden
conmovidos al viaje iniciado por el protagonista, cuya vida llevan años
siguiendo y cuya muerte casi presencian en directo. Finalmente, la tormenta
amaina y el velero de Truman se aproxima al borde del decorado,
hasta que la proa rasga un horizonte de papel, donde los decoradores
televisivos habían pintado un cielo azul con unas nubes blancas.
Truman se acerca al fondo de papel y comienza a golpearlo, con toda la
rabia que siente al descubrir que su vida ha sido un engaño. Palpando ese falso
horizonte, que ha sido la intocable frontera de su geografía vital, termina por
encontrar una escalera que se alza hasta una puerta, por la que se sale del
mundo artificial al mundo real. Antes de cruzarla el director del programa
trata de convencerlo de que no lo haga y utiliza el miedo como argumento.
Esas escenas recuerdan al proceso que está viviendo nuestra
sociedad en los últimos meses. La crisis
ha arrastrado a la ciudadanía hacia su horizonte. Eso ha
permitido que se haga patente que las élites de la transición escribieron el
guión de nuestro pasado reciente y el de nuestro presente, programaron nuestra democracia a la medida de sus privilegios;
una vieja historia de élites dominantes que quieren conservar su poder y cuya
avaricia acaba provocando una tormenta que pone en peligro su dominación.
Nuestro barco acaba de chocar contra ese horizonte de papel, esa
democracia estrecha y sobreactuada. Es hora de abrir la puerta y salir de la
democracia guionizada por las élites para ver estrellas que no sean focos.
Llevamos muchos años transitando hacia la democracia; es hora de llegar a ella,
de ensancharla, de profundizarla y de escribir el final de este show de Truman.
1 comentario:
Que realidad tan parecida tenemos con el Show de Truman y que ganas de que las personas lleguen a ese cielo del decorado y podamos tumbarlo y salir a la calle a pedir respeto, verdad y que dejen de jugar con nosotros y con lo nuestro. Podemos hacerlo mejor.
Publicar un comentario