lunes, 26 de noviembre de 2018

Uso y abuso de Isabel la Católica por la derecha española

El Partido Popular acostumbra a decir que la sociedad española debe mirar hacia el futuro, especialmente cuando se habla de las víctimas de la dictadura franquista. Pero ese discurso se rompe cuando la derecha española niega cualquier vínculo con el franquismo y utiliza acontecimientos más lejanos para defender los valores del espíritu del 18 de julio.

Uno de los acontecimientos recientes en los que se hizo más visible la apuesta del PP por manipular el pasado, fue el bicentenario de la guerra de independencia de 1808. En ese momento se estaba aprobando el estatuto de Cataluña y los populares trataron de utilizar la conmemoración de una guerra de independencia dentro de su guerra contra el independentismo. Parte del debate público sobre el estatuto catalán era el uso del término nación. Esperanza Aguirre, con la batuta política en su mano, organizó una gran exposición y colocó una inmensa lona en la sede presidencia madrileña en la que podía leerse el lema del bicentenario dirigido directamente al nacionalismo catalán y al español: “1808-2008: Un pueblo, una nación”.




Esta noche el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, concede su primera entrevista televisiva. Se trata de un pequeño acontecimiento político y mediático, provocado en parte por su necesidad de combatir la pérdida de apoyo y hacer propaganda sobre sus medidas en un día en que comienza el curso escolar, marcado por la incertidumbre y los numerosos recortes en becas de libros, personal docente y ayudas a familias con necesidades.

Pero de todas las lecturas que pueden hacerse de la entrevista hay una conmemorativa que no ocurrirá dentro del plató donde se sentará Rajoy, sino en la parrilla de la programación. Rajoy ha elegido para la entrevista el mismo día que TVE estrena la serie sobre Isabel la Católica. Podría parecer una simple coincidencia, una casualidad inconexa. Pero si repasamos acontecimientos anteriores veremos que no fue así.


En mayo del año 2003 el papa Juan Pablo II visitó España. José María Aznar gobernaba entonces con mayoría absoluta y en uno de los actos en la Plaza de Colón acudió a visitar al pontífice con toda su familia extensa. En esa ocasión el presidente del Gobierno le ofreció como regalo una biografía de Isabel la Católica. No se trataba de un simple gesto, ni de una casualidad.



Existe en la derecha española un gran grupo de presión que trata de subir a la reina de Castilla a los altares. La causa fue iniciada por el arzobispo de Valladolid, José García Goldáraz, en 1957. Y ha sido mantenida por un sector ultraconservador de la iglesia católica. Unos meses antes de que Aznar entregara esa biografía a Juan Pablo II, el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, entregó al papa en el Vaticano un facsímil del Testamento y Codicilio de la Reina Isabel.

La obsesiva labor de Aznar con el tema le llevó a adelantar la conmemoración del quinto centenario de la muerte de la reina de Castilla. Ella falleció el 4 de noviembre de 1504, pero como Aznar quería hacer algún acto siendo todavía presidente del Gobierno, ordenó adelantar la exposición: “Isabel la Católica. La magnificencia de su reinado” al 26 de febrero de ese año, en pleno arranque de la campaña electoral. El diario El Mundo que dedicó su portada del magazine del domingo 11 de abril a “Dos Isabeles que cambiaron España”. Se aprovechaba el segundo centenario de la muerte de Isabel II para acompañar a Aznar en sus actos presidenciales hacia Isabel la Católica.

Podría parecer este texto el arranque de una novela de Down Braun, la existencia de una sociedad secreta que cambiará el mundo cuando una reina suba a los altares. Con Juan Pablo II las cosas estuvieron difíciles. No por falta de conservadurismo, sino por la práctica política del Vaticano de acercamiento a las otras grandes confesiones religiosas a las que Isabel la Católica expulsó. Además de las matanzas de indígenas que se llevaron a cabo con la conquista de América.

Mariano Rajoy también ha participado en el empuje de la reina castellana a los altares. En enero del año 2006, en una visita al Papa en el Vaticano, le regaló a Ratzinger un catálogo de la exposición sobre Isabel la Católica, la misma que había inaugurado Aznar. Las estanterías de la residencia papal deben estar llenas de libros sobre la misma reina castellana. Y no es por falta de imaginación a la hora de elegir regalos, es una gota malaya con la que los herederos del nacionalcatolicismo no están relatando sumisión de España, su lectura del pasado y el intento de luchar por una comunión entre la iglesia católica y el Estado.



Isabel la Católica forma parte del imaginario colectivo de la derecha secular española y el inicio de una cultura política que ha llegado hasta nuestros días. Esta noche, cuando Mariano Rajoy se convierta en su telonero, estará lanzando un mensaje al ala dura de su partido y es bastante probable que en el final de la entrevista se hable de la serie televisiva y Rajoy valore al personaje central.

Esa tradición “isabelina” siempre ha estado activa en la derecha española. El 17 de julio de 1940, en un acto de conmemoración del golpe militar, el dictador Francisco Franco incluyó en su discurso una referencia a los Reyes Católicos. “Pues habéis de saber que esos Siglos de Oro de nuestra Historia, esos siglos que miramos como cimientos y fundamento de la Nación española, los siglos en que Isabel y Fernando llevaban sus pendones por España, eran hermanos del que ahora alumbramos. Una España dividida, una España sojuzgada, una España llena de miserias, una España rica en cicateros y egoísmos, fue la que ellos encontraron. ¿Y qué es lo que hicieron los Reyes Católicos? ¿Qué fue su primer acto del matrimonio de Isabel? El primer acto político, el de preparar la unidad de España uniendo los dos grandes pedazos en que estaba dividida”.

La cultura política de la derecha española está plenamente impregnada por el catolicismo más rancio. Sólo así pueden explicarse algunos de sus comportamientos electorales, dando mayorías a quienes están imputados o inculpados por delitos de corrupción, como si el voto, la introducción de una papeleta en una urna, fuera un acto de fe incondicional, independiente de que los resultados sean buenos o malos, porque los dirige una voluntad superior.

También lo es su periódica persecución de herejes contemporáneos: ya sea Pilar Manjón, contra la que se ha lanzado una tromba inquisitorial por ser víctima del terrorismo y no abrazar al nacionalcatolicismo o el doctor Luis Montes, acusado de suplantar la voluntad de Dios “provocando” la muerte con sus cuidados paliativos.

Y ahora, el Partido Popular, subido al caballo de la crisis, comienza una reconquista. El discurso contra el Estado autonómico. La criminalización del hereje moderno, del estudiante que aparece señalado con un capirote en la portada de La Razón. La defensa de los objetivos de los sectores ultraortodoxos de la iglesia católica. La insumisión a la sentencia del Tribunal Supremo contra la financiación pública de colegios que segregan a niños de niñas o el nuevo frente gubernamental para restringir la interrupción del embarazo forman parte de esa reconquista. Un trabajo orientado a eliminar al diferente, a expulsar al no converso, a transformarnos en un monopueblo, esa España que es una y no cincuenta y una, esa España que un día al salir de misa grite al unísono, como un solo hombre, que somos un solo pueblo y una sola nación.

Hasta aquí es un artículo que escribí en septiembre de 2012. Hoy, aniversario de la muerte de Isabel la Católica, VOX, coge el relevo de la leyenda negra como aspiración nacional...


 Y así la Edad Media española no cesa....

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